Wednesday, February 18, 2009

Digresión: El fin de la arrogancia o la viga en ojo propio

"Porque una vez hubo una selva tan infinita que nadie recordó que era de árboles, porque entre dos mares hay una nación de hombres tan fuerte que nadie suele recordar que es de hombres. De hombres de humana condición”

Jorge Luis Borges, 1929

Antes de seguir con la tarea que me he impuesto: Analizar la realidad de las aseveraciones de ciertos círculos en las fuerzas armadas estadounidenses en el sentido de que México puede colapsar súbitamente (últimos tres posts), haré un alto para exponer ciertos pensamientos que me rondan la cabeza desde hace unos meses. Esto está en relación directa con varios de los posts en este blog y también ayuda a contextualizar los inmediatos anteriores.

Uno de los temas más recurrentes en los círculos políticos y económicos internacionales en estos últimos meses es la declicnación del poder de Washington. Después de los ataques del 11 de septiembre muchos sólo se atrevieron tímidamente a ponerlo en discusión. Ocho años han pasado, y hoy hasta Henry Kissinger lo acepta sin tapujos, aunque no con resignación.

Es interesante leer sus palabras en un artículo para la edición anual internacional de “The Economist” en donde se plantean los posibles derroteros que el mundo tomará en 2009, año aciago:

“Todos los países grandes serán llevados por las reestricciones de la crisis fiscal a reexaminar sus relaciones con Washington...Estados Unidos permanecerá como el país más poderoso, pero no retendrá su posición de tutor autoproclamado...Todo esto requiere un nuevo dialogo entre Estados Unidos y el resto del mundo. Otros países, mientras reafirman su creciente rol, son propensos a concluir que es indispensable que la Unión Americana sea menos poderosa”

Antes que él, lo han dicho muchos, sin embargo este reconocimiento es sin duda altamente simbólico, no olvidemos que Kissinger fue uno de los principales arquitectos del poder de Washington durante el siglo XX.

En este tenor, podríamos decir que 2009 es el año fundacional del siglo XXI. La inercia de uno de los siglos más portentosos de la historia de la humanidad ha llegado a su punto final. El cielo se carga de presagios y el mundo comienza a moverse en una dirección que pocos previeron y que la mayoría no quiso ver.

Las mentes más preclaras, y las más delirantes también, se deshacen en verborrea predictiva. Estos días nos han traído frases tan exóticas como aquella del diplomático inglés citada en un post anterior: No fue el bien organizado Imperio Persa el que derrumbó Roma, sino los bárbaros”, o las palabras del asesor Haas: “La emergencia de un mundo multipolar puede resultar negativa... Combatir al terrorismo es también esencial para que la era multipolar no se convierta en un oscurantismo moderno”

Ambas tienen resonancias alarmistas y melancólicas a la vez. Las actitudes de estos encumbrados hombres de la políca occidental denuncian cierto sentido de caída y nos quieren hacer pensar en otra muy taquillera caída imperial: la de Roma.

Huelga decir que en muchos sentidos estamos viviendo un momento semejante. No obstante la visión es parcial y sólo alude a las causas últimas de la caída de Roma. Los bárbaros, pueblos venidos del norte, cuyos genes corren hoy por la sangre de todo occidente, quienes construyeron naciones grandes y poderosas, entre ellas el imperio que nos atañe, sólo pudieron invadir y desmembrar Roma por su podredumbre interior.

El oscurantismo sólo sobrevino después de la corrupción de las instituciones romanas y de su decadencia política y moral. La Roma que encontraron los pueblos germánicos no era sino un ridículo y maltrecho reflejo de la Roma de Julio César. La Roma que vieron los vándalos, los visigodos, y demás godos era un árbol podrído del corazón para afuera.

El imperio romano cayó en virtud de ignorar la sentencia de su víctima más célebre: !Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.

La era de la autocomplacencia, o sea de la arrogancia, comenzó en 1991. Ese año fue cuando Estados Unidos ganó por knock out el campeonato mundial de pesos pesados. La URSS quedó tendida en la lona y sólo fue necesario que Uncle Sam y the Iron Lady se sentaran sobre su cara para asfixiarla por completo.

Los Estados Unidos de Norte América se habían convertido en los incontestables paladines de la justicia, la democracia y el capitalismo popular. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y una pléyade de instituciones internacionales se aprestaron a propagar los principios básicos del éxito y la molicie entre la multitud de Estados en emergencia que habían quedado libres de toda influencia comunista. Cuando las fórmulas ofrecidas por el consenso de Washington fallaban se culpaba a los gobiernos de los países en desarrollo de indisciplinados, corruptos o incapaces. Una y otra vez se les recetaba astringencia fiscal, control monetario y encogimiento estatal.

El campeón se pasó dieciocho años de juerga. Recomendándole o imponiendole a sus amigos y sus enemigos sus recetas para llegar a la comodidad, la libertad y la holgura. La fiesta terminó, y hoy se levanta con resaca. Hoy al mirarse en el espejo, Tío Sam, se da cuenta que perdió la forma, que sus amigos son menos y que sus enemigos son más.

Pero lo peor se encuentra en casa. Wall Street demostró de que esta hecho en realidad: Bernie Madoff desbancó a Ponsi, sus instrumentos financieros son basura y el capitalismo popular ya no lo es tanto. Basta leer la reseña de Joseph Stiglitz, nobel de economía, acerca del último Foro Económico Mundial:

“Algunos financieros estadounidenses fueron ácremente citicados por pretender asumir la posición de víctimas también. La realidad es que son los perpetradores, no las víctimas y se percibe especialmente irritante que continuen amenazando con una pistola las cabezas de los gobiernos, demandando rescates masivos y amenazando con el colapso económico si esto no sucede... Igualmente sorprendente fue la pérdida de fe en los mercados. En una sesión ampliamente concurrida en la que los particpantes fueron cuestionados cual fue la causa principal de la crisis había una respuesta recurrente: La creencia de que los mercados se autocorregían”

De no ser la voz de Stiglitz y su descripción la del foro de Davos, uno podría pensar que se trataba del Foro Social Mundial. En el 91 esto hubiera sido parte de una novela de George Orwell, hoy es mejor que eso: Realidad.

Sin embargo hay más cosas deprimentes en el hogar. El 49% de los estadounidenses no creen que la vida se haya originado de materia inanimada (pongo esta liga aunque parece que causó mucho escozor y fue removida por Letras Libres, que parecen no serlo tanto) y por el contrario si creen que la teoría de la evolución es un invento de Satanás, tantos otros creen que el planeta tierra tiene seis mil años de edad y que en el arca de Noé había dinosaurios también, estos mismos niegan el calentamiento global y parte de ellos cree en la gerra santa. El sistema de salud es el más lamentable del “Mundo Libre” y hay toda una lista de grupos que promueven el odio racial, entre ellos obsipos de la iglesia católica que niegan el holocausto. (iba a citar el mismo post de Letras Libres, pero creo que hubo mano de dios, no la izquierda por supuesto) . También hay una campaña bélica en un país de medio oriente que fue motivada por las deliveradas mentiras de Collin Powell y George W. Bush, quien por cierto sostiene al creacionismo como el origen de la vida.

Efectivamente hay barbarie y oscurantismo, desgraciadamente mucho de ello vive, crece se reproduce y no morirá pronto en ... una nación de hombres tan fuerte que nadie suele recordar que es de hombres. De hombres de humana condición”

2 comments:

Unknown said...

“En este tenor, podríamos decir que 2009 es el año fundacional del siglo XXI. La inercia de uno de los siglos más portentosos de la historia de la humanidad ha llegado a su punto final. El cielo se carga de presagios y el mundo comienza a moverse en una dirección que pocos previeron y que la mayoría no quiso ver.”

A pesar de que lo apoyas con el dicho de Kisinger, a pesar de las señales de Obama, se me hace demasiado aventurado decir que ya es el año del cambio: que es antes del 2009 y después del 2009 el poder de Washington, como tal, como se había venido dando. Es cierto, está en un momento depreciado y de cambio obligado, sea para perder poder, se apara ganarlo, pero insisto, demasiada arriesgada tu aseveración.
De todo lo demás, de todas las señales… queda claro que están ahí y que, históricamente sólo llegan al declive del imperio. Me gustó.

Luis Rossano
www.luisrossano.com

Rubén Fernández said...

Amigo Luis, siempre es grato ver que me lees con tanto interés. Yo no digo que 2009 es el año del cambio. Lo que yo digo es que es el punto de inflexión. El capitalismo está en jaque y Dani Rodrik ya espera que nos llegue la versión 3.0, los Estados Unidos llamaron al G20 para tomar decisiones conjuntas acerca del futuro del sistema financiero, el mercado inmobiliario de los EEUU esta deprimido así como el resto de su economía. La imagen del imperio está en franco descrédito, sus fuerzas armadas están desmoralizadas y en decadencia moral, el sistema Breton Woods es disfuncional,los problemas en Medio Oriente se multiplican y se hacen más complejos, si eso es posible. El tío Sam está exhausto, extenuado y crudo de autocomplacencia. Mi aseveración no es arriesgada, me apoyo en las opiniones de Joseph Stigliz, Kenneth Rogoff, Paul Krugman, Dani Rodrik, Naomi Wolf y un montón más de intelectuales estadounidenses e internacionales. El hecho de que lo diga el más grande aliado de Ronald Reagan en su cruzada neoliberal sólo hace que se vuelva más evidente, equivale a la claudicación, a la renuncia a la arrogancia.

Las dos circunstancias históricas más importantes que definieron la segunda mitad del siglo XX hoy están hoy en el baúl de los recuerdos, a saber: La hegemonia Soviética y su sistema económico sobre la mitad del mundo y la hegemonia Estadounidense y el capitalismo sobre todo el mundo, incluído el mundo postsoviético. Como dije en un post anterior ambas hegemonias calleron con sus respectivos muros. Lo que creo que pasa contigo es que también te niegas a reconocer que "entre dos mares hay una nación de hombres tan fuerte que nadie suele recordar que es de hombres. De hombres de humana condición”

La profunda impresión de las luces de los casinos, los malls, los outlets y las marquesinas de Broadway y Hollywood siguen atrayendo a los hombres y mujeres como las bombillas a las polillas. El imperio Estadounidense caerá porque su estructura es insostenible, como lo es su estilo de vida y consumo.

Un día Las Vegas será abandonada y ese día sabremos que Washington será un destino turístico favorito para los amantes de reliquias imperiales. Ese día no está tan cercano.

Pero 2009 es el año en que todo empieza a cambiar, quizas nunca veamos en que termina, pero podemos estar seguros de que es el primer año del siglo XXI porque es el punto de quiebre, el cambio de trayectoria del devenir histórico de la humanidad. 2009 es el origen del cambio, eso es lo que quise decir en términos estríctos.