Wednesday, June 13, 2012

Alternancia: Recompensas y Castigos ¿Por qué votar por la izquierda?


Las democracias participativas son procesos dinámicos e iterativos. Su esencia consiste en la creación de un sistema de recompensas y castigos para incentivar la buena actuación de los políticos. Es por eso que más allá de las propuestas a los partidos y a sus políticos se les debe evaluar desde sus resultados y acciones pasadas. Prometer no empobrece, si la palabra dada fuera un contrato inviolable el mundo sería otro.

Las democracias participativas son tremendamente imperfectas en todas partes del mundo. Lo ingleses, dueños de la democracia participativa más longeva del mundo occidental no han transitado en ella de forma totalmente suave y sin tropiezos. Así mismo la democracia estadounidense ha tenido que ser fuertemente cuestionada por sus minorías y sucesos violentos y hasta sangrientos han tenido cabida en ella. Francia ha tendido cinco repúblicas porque su cepa monárquica la asaltó varias veces después de la revolución de 1789. 

La democracia mexicana está en su niñez, doce años de democracia nada son frente a 70 de cooptación, componenda y corporativismo de partido único. El que le exige resultados inmediatos al proceso democrático mexicano sufre del síndrome de la sociedad industrial. Es decir que está habituado ya a la gratificación inmediata de oprimir un botón y obtener una recompensa inmediata. Desgraciadamente para todos nosotros, la transición mexicana es victima de 82 años de inercias y anquilosamientos que nos exigen trabajo duro y participación. 

Es por esta razón que me descorazonan grandemente todas las quejas de la gente que espera que venga el político súper estrella a salvarnos o de aquellos que dan por muerta a la joven democracia mexicana.
Hoy estamos ante la disyuntiva de votar y debemos hacerlo con conciencia y responsabilidad. Ante nosotros hay tres opciones. Una es el partido que construyo el sistema que estamos tratando de desmontar. Su poder se basa en que en su composición estructural existen viejas agrupaciones sociales, obreras y campesinas que tradicionalmente intercambiaban su apoyo a cambio de participaciones y beneficios políticos y económicos en las administraciones a las que vendían su apoyo.

 Es por esto que hoy los jóvenes descubrimos con indignación estos intercambios que, sin embargo han sido la normalidad política cotidiana durante todo el viejo régimen mexicano. La evidencia de los últimos meses nos ha demostrado que el “Nuevo PRI” sólo se hizo un lifting. La lógica dinámica de recompensas y castigos me dice que el PRI debería seguir castigado porque no ha hecho su tarea y regresarlo al poder nos haría dar pasos hacia atrás. 

La segunda opción es un partido que fue oposición alrededor de sesenta años, conformado por un sector de la clase media mexicana que es cercana a ciertos grupos empresariales y un sector de la iglesia católica mexicana. Muchos de sus miembros son altamente educados y sus posiciones son más bien conservadoras y de mainstream. Esta opción política siempre decidió oponerse al sistema desde su interior y en el curso de las instituciones. Aquellas que la dictadura monopartidista construyó y modeló y ha sido un actor importante en la transición a este nuevo estado de cosas, la joven democracia mexicana le debe cosas al PAN. El PAN llegó al poder de forma más bien pragmática y fueron los votantes de izquierda que decidieron ejercer el voto útil y el sector más progresista del PRI encarnado en Ernesto Zedillo quienes le dieron el poder en 2000. El PAN llegó al poder y sucumbió ante la tentación de no desmantelar del todo la maquinaria autoritaria y hoy pretende acomodarse en la molicie del palacio dictatorial que heredó del PRI. La lógica de recompensas y castigos me dice que el PAN debe ser castigado por su que fue débil y se rindió a la tentación autoritaria y cayó en el sopor de la autocomplacencia. Sobre todo no debemos olvidar que se trata de un régimen que no hereda 70 000 muertos y un crimen organizado encolerizado y sangriento. 

La tercera opción es la izquierda mexicana. Esta se ha ido formando lentamente y por largo tiempo fuera de las instituciones, la vocación de muchos de sus miembros ha sido la rebeldía ante el sistema institucional del autoritarismo. Sus raíces vienen de los movimientos sindicales y estudiantiles más radicales que la revolución mexicana no supo incluir en su nómina. Es la izquierda mexicana la que más pérdidas y humillaciones ha sufrido en la construcción de nuestra democracia. El partido comunista mexicano fue perseguido y hoy está extinto, los sindicatos de ferrocarrileros fueron los pioneros en las protestas contra el régimen de la revolución y junto con los estudiantes fueron fuertemente reprimidos y fueron las victimas más celebres de la segunda mitad del régimen autoritario. 

Sin embargo su lucha no cejó y se mantuvieron firmes en sus críticas. Tanto que lograron resquebrajar al partido único, logrando un escisión histórica que los llevó a la construcción de una amplia alianza que logró institucionalizar a buena parte de la izquierda callejera en los 80s del siglo XX. Esta alianza electoral sufrió, el ya aceptado y muy bien  estudiado fraude de 1988, en que Cuauhtemoc Cárdenas ganó legítimamente una elección que fue burdamente arrebatada por el PRI. Hoy es Andrés Manuel López Obrador su abanderado. La izquierda mexicana tiene una historia de humillación, represión y pérdida que no se puede soslayar. Su talante hasta hace poco había sido no institucionalizado y sin embargo ha sido una gran movilizadora social y política. Como heredera de muchas corrientes ha experimentado muchos procesos de ajuste e inestabilidad que han desgastado su credibilidad. También es cierto que hospeda a algunas de las asociaciones corporativistas que abandonaron el PRI. 

La lógica democrática de recompensa y castigo me dice que es su turno. Es su turno porque es el actor político al que históricamente le correspondía iniciar la transición. Es su turno porque lo otros dos deben ser castigados para incentivarlos a cambiar sus posturas. Es su turno porque ha decidido integrarse a la normalidad institucional, aún en contra de su tradición. Es su turno porque para profesionalizar a nuestra clase política hay que premiar el esfuerzo y constancia de unos y castigar la corrupción y autocomplacencia de otros. La democracia mexicana necesita la alternancia, la democracia mexicana necesita imponerles disciplina a los partidos políticos. 

Sé que muchos titubean debido a que la izquierda les da la impresión de ser estridente y confrontativa. Muchos otros temen que se rompa la normalidad democrática y se violenten las instituciones. Yo les digo que el sistema es mucho más complejo que eso y que va a aguantar a López Obrador, yo les garantizo que existen candados institucionales y tradicionales en el Estado mexicano que evitarían la venezuelización de México. Yo les digo que AMLO con todos sus defectos y carencias no es el General Chávez. Yo les invito a sopesar que en la democracia se vota por las propuestas pero también para castigar y premiar. Permitamos que los que no nos cumplieron sean castigados y démosle la oportunidad a quienes han trabajado también para construir nuestra democracia, porque aunque lo han hecho por fuera de las instituciones, han sido ellos una fuerza mayor que ha moldeado nuestra democracia, tan joven e imperfecta como es hoy. 

#YoSoy132

Lamanoizquierdadedios.blogspot.com