Monday, October 27, 2008

Aforismo: Borrador

Puesto que el valor de la vida de los hombres y las mujeres es el de su potencial al nacer; los hombres y las mujeres deberán ser juzgados por la distancia que existe entre el punto en que se encuentran el día de su muerte y el ejercicio cabal de dicho potencial. Pero esta misma medida deberá ser la de la compasión que ha de tenerseles entre hombres y mujeres, puesto que la medida de su éxito o fracaso es justo aquella que los hombres y las mujeres les permitieron ejercer. Este es el orden y la medida, porque somos Juez, porque somos Parte.

Friday, October 24, 2008

Novus Ordo Seclorum: Moraleja

Con respecto a mi entrada acerca de la crisis financiera. He aquí una reivindicación de Alan Greenspan. En términos generales ese es mi argumento. Los incentivos del sector privado pueden ser tanto o más perversos que los del Estado. Estamos ante una pregunta de la mayor relevancia ¿Ahora que sigue?:

Hoy Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal considerado gurú del sistema financiero, tuvo que admitir: “cometí un error en suponer que los intereses propios de las organizaciones, específicamente bancos y otros, eran tales que eran los más capaces para proteger a sus accionistas y sus intereses en las empresas”, y dijo que en su ideología de libre mercado “he encontrado una falla. No sé qué tan significativa o permanente es, pero he estado muy angustiado por ese hecho”, afirmó en una audiencia ante el Congreso en torno a la crisis.

Durante casi dos décadas (hasta 2006), Greenspan controló el banco central de Estados Unidos, desde donde promovió la desregulación. El representante federal demócrata Henry Waxman le preguntó hoy a Greenspan si “no funciona su ideología” del libre mercado, a lo cual respondió: “absolutamente, precisamente. Ésa es precisamente la razón por la cual me sorprendí, porque por unos 40 años o más yo trabajé con evidencias considerables de que sí funcionaba excepcionalmente bien”.

También se puede encontrar el video en Youtube.

Fuente: La Jornada y New York Times

Tuesday, October 21, 2008

Inmpudicia

Entre risa e inmundicia
La muerte se me abalanza,
En ensueño de amor
Y de impudicia

Entre humores de alcohol
El sol se esconde
Dando paso al calor
¿Quién sabe donde?

Este es uno de hace unos añitos que me encontré por ahí.

Monday, October 20, 2008

¿Novus Ordo Seclorum?

El panorama no podría ser más incierto: la peor crisis económica del sistema capitalista se desenvuelve ante nuestros ojos. Los más caros tótems del liberalismo económico y sus paladines se baten en escandalosas e inmorales retiradas. El gobierno de los Estados Unidos socializa los fracasos y pérdidas de los “Amos del Universo”, mientras que sus ganancias seguirán siendo privadas. ¿Acaso no es esa la principal bondad del capitalismo?

Sus principales defensores han difundido y desarrollado grandes argumentos en contra de la acción estatal expansiva. El gobierno es un pésimo administrador, sus incentivos son perversos y su acción ineficiente, no se cansaban de repetir. El mercado por su parte, logra un equilibrio óptimo si se le deja sólo, esto por medio de la asombrosa “Mano Invisible”, imagen simbólica por demás tranquilizadora. El Estado debe ser mero espectador, un simple mecanismo de regulación y disciplina.

Sin embargo hemos visto, no sin estupor, que los más acérrimos enemigos de la intervención estatal ahora se arrodillan ante los Estados clamando por que los salven de su propio brutalismo económico; que incluso ha llegado al canibalismo. Los tremendísimos titiriteros de Wall Street llegaron a la más alta cúspide del poder económico de la historia de la humanidad, sus hordas de apostadores se embriagaron con el aire enrarecido propio de las alturas y así en medio del vértigo, que es la insistencia universal de Kepler que actúa implacablemente sobre los hombres, que es la máxima newtoniana en su más trágica y heroica forma, que les susurra al oído: ¡has llegado hasta aquí sólo para caer, la belleza de la cumbre es su fatuidad, esta escrito, es tu deber lanzarte hacia el abismo!.

La voluptuosidad de esta caída no hace más que recordarme la metáfora de la pirámide mesoamericana. Los dioses viven en el habitáculo de su cumbre, que es un lugar atemporal, los hombres sólo llegan a él mediante estados alterados de la conciencia, únicamente para despeñarse descorazonados y desmembrados, mientras sus energumenas deidades se revuelcan orgiásticamente en sus despojos.

Los espantosos ataques de septiembre de 2001, fueron el más grande augurio de esta caída. Los grandes imperios descansan sobre frenéticas ideas, todo su poder seductor se manifiesta y consolida en sus símbolos. Lo más peligroso para un imperio es permitir la transgresión de estos. Las torres gemelas, obeliscos modernos, donde se contaba abstractamente la grandiosa historia del imperio económico y militar más demoledor y horripilante de la historia, sucumbieron ante la irresistible seducción del vértigo. Su delirante y estrepitoso derrumbe quedó grabado como un nuevo símbolo antitético en el imaginario colectivo globalizado. La primera y horrorosa estrofa del réquiem de las “Barras y las Estrellas”.

Ningún imperio se consolidó de una forma tan espectacular y rápida, la audacia y malicia de los herederos de Jefferson y Washington hizo palidecer en muchas ocasiones a las epopeyas de césares y faraones. Sus obras de ingeniería civil, arrogantes y orgullosas, violan los cielos, los mares y los desiertos. De una forma muy poética esta misma vorágine ardiente que los hizo despegar hacía la conquista de la luna, se los traga como ese enero del 86 una nube de fuego calcinó al desafiante “Challenger” en una metáfora más de una caída anunciada. El gran Júpiter los abandona, sin embargo, no sin manifestarlo.

El dólar y su imperio se desploman y con ellos su grandioso y triunfalista simbolismo ¿Será este el fin del orden de los siglos? ¿Por qué Dios ha dejado de favorecer sus temerarias empresas? ¿Será está la última y traidora manifestación del destino?

¿Adversus Coeptis? ¿Antiquus Ordo Seclorum? In god we trust…but, Does he trust us back anymore?

Wednesday, October 1, 2008

Le dije que la luz del otoño me parecía muy rara, que me daba la impresión de que los días eran menos reales, como si se tratara de una larguísima y melancólica pelicula. Frunció el ceño y me dirigió una mirada desdeñosa, llena de incomprensión.

Miró hacia el centro de la mesa, había una canasta con un melón a punto de pudrirse y me dijo: ¿Por que no has picado ese melón? ¿No ves que se está echando a perder?

Esa es la forma en que desacredita todo lo que piensa que es inútil o estéril. A ella siempre le ha parecido ridículo que dedique tanto tiempo de mi día a la contemplación. Ella, como casí toda la modernidad cree en el ocio productivo.

Recuerdo el día que le recité un poema japones que iba así:

Aferrándome
A la preciosa vida
Miro al cielo en lo alto
El sol brilla
Y mi cuerpo está pálido

¡Hagamos tiempo
Para el ocio!
¡Y vivamos
Un día
Como si fueran dos!

Río sonoramente y espetó: Que idea tan estúpida, vivir un día como si fueran dos; la vida es demasiado corta para desperdiciarla en la inacción. Es por este tipo de cosas que piensa, como él, que mi vida se va en futilidad y derroche. Para ellos pensar es equivalente a la inacción y yo llevo meses pensando.

Por su parte ellos viven sin pensar, de arriba a abajo, de un lado para otro. Los veo en sus ratos de ocio y no pueden parar, se enfrascan cada día en un frenesí de actividad sin sentido. Apenas tienen un segundo para asimilar sus circunstancias y digerirlas, y entonces lo desperdician dándose más tareas y quehaceres. No es raro que hace años que sus vacaciones sean momentos patéticos donde pagan cuentas, arreglan la casa, y encuentran todo tipo de tareas ingratas y desagradables.

Es por esto que hoy las cosas con ellos han sido insoportables. Él me miraba de lado, se sentía una tensión muy parecida a aquella que hay entre desconocidos que comparten la mesa por primera vez después de un largo viaje o alguna actividad extenuante que les ha causado mucho apetito. De repente en la fuente queda un último trozo.

Todos saben que está ahí, todos lo miran de reojo, todos simulan que lo ignoran, que no les importa en lo más mínimo. Lo cierto es que en su conciencia no hay nada que resuene de forma más aguda, más real. Sin embargo nadie se atreve. Sobre todo si los comensales se ciñen a las formalidades y las apariencias, es muy probable que el trozo se vaya al desperdicio y todo el mundo se quede con el hoyo en el estómago muy lleno de disimulo.

En nuestro caso no era la formalidad o la hipocresía, se trata ba del hartazgo, de la absoluta certeza de que quien se atreviese a romper la calma tensa le caería encima todo el montón de mierda que contenía. Él, desde hacía unos años, rehuía pertinazmente a este tipo de momentos, así que no tomó la iniciativa.

Sin embargo ella si lo hizo. Preguntó aquello que yo llevaba días esperando que preguntara. Contuvo su tono y la formuló con cuidado, cosa por demás inútil porque yo sabía todo lo que había detrás de la pregunta, toda la cadena de hechos incomprensibles y hasta ridículos que llevó hasta ese momento culminante. Mi impaciencia por que esto pasara era rayana en el delirio y por lo tanto cuando escuche la pregunta, me deshice en las palabras que construían la respuesta estructurada durante mis largos ratos de reflexión. La sola pregunta, evocó en mi mente toda la situación que la rodeaba y simplemente la respuesta estalló violenta y furibundamente entre mis dientes y mi lengua.

Obviamente ella respondió de la misma manera, pero como siempre su razón cedió ante sus impulsivos y arrebatados sentimientos, cancelando con ello cualquier intercambio de argumentos, agitado y violento, pero inteligente. Espetó una retahila de frases sin sentido, sin ninguna relación lógica aparente. Sin duda eran todos esos pensamientos indigestos, que nunca se dió él tiempo de procesar, que al salir sólo toman la forma de vomitada. Después un estallido de luz enceguecedor, calma y ese sumbido en los oídos que se siente después de haber ido a un concierto muy ruidoso.

No se que pasó, llevo días caminando y sólo pienso en ¡Hacer tiempo para el ocio! ¡Y vivir un día como si fueran dos!. Me aferro a la preciosa vida. Miro al cielo, en lo alto el sol brilla y mi cuerpo está pálido.