Desde hace más de dos décadas México se estremece en una espiral de espasmos concéntricos que van a tomar momentum lo queramos o no. Nuestro carácter nacional así lo determina. Posponemos todo lo que es conflictivo o incómodo hasta que nos explota en la cara.
Durante largos periodos aguantamos aparentemente impasibles vejaciones y abusos de nacionales y extranjeros para luego desatar nuestra furia acumulada por una mirada incómoda, por un empujón inocente.
Hoy México vive una situación emergente, diariamente somos testigos de los actos más salvajes y despiadados contra la dignidad humana. Como en la vieja canción, hoy en México “la vida no vale nada”.
Lo peor de todo: Nos hemos acostumbrado a la barbarie. Hemos perdido la capacidad de indignación. Es terriblemente desmoralizante ser testigo de una sociedad en la que diariamente aparecen fosas comunes, anónimas e ilegales llenas de cuerpos sin vida y con el terror marcado en los rostros.
Es terriblemente desesperante que nadie se atreva a hacer nada y que cuando alguien se atreve, entonces lo reprimimos con brutal fuerza por sacarnos de nuestra comodidad, por apuntar a eso que no queremos ver en el espejo. Le llamamos necio, le acusamos de infundir el odio y la discordia, le llamamos peligroso, rijoso, pendenciero. Como se atreve a hacerme creer que las noticias son más que imágenes de sucesos lejanos y virtuales que sólo sufre gente sin nombre y sin rostro.
Entiendo bien que es difícil verse al espejo cuando se tiene un rostro deformado y monstruoso, se necesita valor, se necesita hacer de tripas corazón. Entiendo también que sea un impulso natural evadirse de una realidad que desafía la razón y nuestra supervivencia como sociedad.
Sin embargo, seguir de esta manera es imposible. Si no actuamos hoy mañana podríamos ser testigos de la misma brutalidad en nuestra puerta. Si no actuamos hoy la decadencia va a llegar a tu casa.
Desde hace más de veinte años también he escuchado las propuestas, las buenas propuestas de un pequeño grupo de mexicanos al que le duele la realidad mexicana. La reforma electoral, la reforma del Estado, las reformas antimonopólicas, las reformas sociales, las reformas morales. Se han escrito muchos libros, mucho papel se ha gastado, mucha tinta ha corrido y saliva desperdiciado en su discusión. Lamentablemente somos pocos los que las conocemos y más tristemente cuando intentamos discutirlas y difundirlas estas caen en el terreno yerto de la indiferencia y el cinismo.
Desgraciadamente el momento de la razón y el argumento han terminado. Han terminado porque así lo hemos querido. En 1988 un hombre sensato decidió no salir a la calle para ahorrarnos la sangre y el dolor. Desgraciadamente su gesto ha quedado vacío, lo hemos vaciado con nuestro desdén, con nuestra indiferencia, con nuestra complicidad silenciosa.
Esta posposición nos esta cobrando la factura, decenas de cuerpos desmembrados aparecen en los puentes, las calles, las discotecas, las jefaturas de policía, las iglesias, las plazas, los ríos, los pozos, los bosques y un día amigo mexicano van a aparecer en tu casa.
Fingir que esto es propio de un solo grupo de degenerados desconocidos es un engaño. Fingir que la causa de esto nos es ajena es una hipocresía.
De manera activa o pasiva, todos hemos sido cómplices de la descomposición nacional, durante décadas hemos solapado a los políticos corruptos, durante años los hemos recibido en nuestras salas, durante décadas hemos sobornado, durante décadas hemos desviado recursos que no nos pertenecen, durante décadas hemos encumbrado a quienes se hacen ricos de manera fácil, es más importante un auto lindo, una pantalla de leds, un i pad nuevo, una prenda de diseñador, una buena peda que tener una familia con principios, que ser un buen ciudadano, que ser honesto, que hablar con la verdad, que reconocer nuestros errores, que reconocer las virtudes de otro. Nos estamos destruyendo porque así lo decidimos. Nos estamos hundiendo porque todos los días cavamos más profundo nuestro hoyo.
Desde hace muchos años que me siento indignado, desde hace años que me siento asqueado. Hoy las cosas están peor que nunca y me encuentro con que se me invita a ser buena vibra, a hablar con positividad, a mantener alta la energía. Durante años sólo propuse, durante años sólo ofrecí argumentos, durante años hable y discutí con las personas que se prestaban a dialogar.
Disculpen por favor, pero la buena vibra no va a borrar 49 cuerpos hechos cachitos en Cadereyta, la buena onda no va a borrar la pobreza extrema, la energía alta no va a hacer que los derechos humanos se respeten, el optimismo no va a meter a la cárcel a quienes se robaron nuestros impuestos. Mis amigos eso sólo lo puede hacer la indignación.
La primavera árabe no se basó en buena vibra, los indignados españoles no salen a la calle con amor y un mensaje de optimismo, los indignados israelíes no salieron a protestar con tarjetas de buenos deseos, los egipcios fueron valientes y expresaron su enojo, su indignación. No se me lea torcido, no invito a la agresión, no invito a la violencia. Los invito a la confrontación, los invito a la sana expresión del desacuerdo. Un poco de gritos, insultos y sombrerazos no le vienen mal a nadie, siempre y cuando se hagan con responsabilidad y madurez.
¡No voltees la cara, mírate en el espejo mexicano. La gente muere de hambre y barbarie porque tú no has hecho nada¡
No me preguntes que te voy a proponer, pregúntate a ti que vas a hacer hoy para que esto pare, pregúntate a ti mismo de que has sido responsable.
#Yosoy132
lamanoizquierdadedios.blogspot.com
1 comment:
Gracias por la reflexión compartida, gracias por recordarnos lo que ya sabemos, incluso lo que muchos vivimos directamente (en la guerra contra el narco) pero que ya bloqueamos y lo pusimos en el inconsciente. Comparto el sentir y las ganas de actuar, yo ya estoy en eso..
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