Las democracias participativas son procesos dinámicos e iterativos. Su esencia consiste en la creación de un sistema de recompensas y castigos para incentivar la buena actuación de los políticos. Es por eso que más allá de las propuestas a los partidos y a sus políticos se les debe evaluar desde sus resultados y acciones pasadas. Prometer no empobrece, si la palabra dada fuera un contrato inviolable el mundo sería otro.
Las democracias participativas
son tremendamente imperfectas en todas partes del mundo. Lo ingleses, dueños de
la democracia participativa más longeva del mundo occidental no han transitado
en ella de forma totalmente suave y sin tropiezos. Así mismo la democracia
estadounidense ha tenido que ser fuertemente cuestionada por sus minorías y
sucesos violentos y hasta sangrientos han tenido cabida en ella. Francia ha
tendido cinco repúblicas porque su cepa monárquica la asaltó varias veces
después de la revolución de 1789.
La democracia mexicana está en su
niñez, doce años de democracia nada son frente a 70 de cooptación, componenda y
corporativismo de partido único. El que le exige resultados inmediatos al
proceso democrático mexicano sufre del síndrome de la sociedad industrial. Es
decir que está habituado ya a la gratificación inmediata de oprimir un botón y
obtener una recompensa inmediata. Desgraciadamente para todos nosotros, la
transición mexicana es victima de 82 años de inercias y anquilosamientos que
nos exigen trabajo duro y participación.
Es por esta razón que me
descorazonan grandemente todas las quejas de la gente que espera que venga el
político súper estrella a salvarnos o de aquellos que dan por muerta a la joven
democracia mexicana.
Hoy estamos ante la disyuntiva de
votar y debemos hacerlo con conciencia y responsabilidad. Ante nosotros hay
tres opciones. Una es el partido que construyo el sistema que estamos tratando
de desmontar. Su poder se basa en que en su composición estructural existen
viejas agrupaciones sociales, obreras y campesinas que tradicionalmente
intercambiaban su apoyo a cambio de participaciones y beneficios políticos y
económicos en las administraciones a las que vendían su apoyo.
Es por esto que
hoy los jóvenes descubrimos con indignación estos intercambios que, sin embargo
han sido la normalidad política cotidiana durante todo el viejo régimen
mexicano. La evidencia de los últimos meses nos ha demostrado que el “Nuevo PRI”
sólo se hizo un lifting. La lógica dinámica de recompensas y castigos me dice
que el PRI debería seguir castigado porque no ha hecho su tarea y regresarlo al
poder nos haría dar pasos hacia atrás.
La segunda opción es un partido
que fue oposición alrededor de sesenta años, conformado por un sector de la
clase media mexicana que es cercana a ciertos grupos empresariales y un sector
de la iglesia católica mexicana. Muchos de sus miembros son altamente educados
y sus posiciones son más bien conservadoras y de mainstream. Esta opción
política siempre decidió oponerse al sistema desde su interior y en el curso de
las instituciones. Aquellas que la dictadura monopartidista construyó y modeló
y ha sido un actor importante en la transición a este nuevo estado de cosas, la
joven democracia mexicana le debe cosas al PAN. El PAN llegó al poder de forma
más bien pragmática y fueron los votantes de izquierda que decidieron ejercer
el voto útil y el sector más progresista del PRI encarnado en Ernesto Zedillo
quienes le dieron el poder en 2000. El PAN llegó al poder y sucumbió ante la
tentación de no desmantelar del todo la maquinaria autoritaria y hoy pretende
acomodarse en la molicie del palacio dictatorial que heredó del PRI. La lógica
de recompensas y castigos me dice que el PAN debe ser castigado por su que fue
débil y se rindió a la tentación autoritaria y cayó en el sopor de la
autocomplacencia. Sobre todo no debemos olvidar que se trata de un régimen que
no hereda 70 000 muertos y un crimen organizado encolerizado y sangriento.
La tercera opción es la izquierda
mexicana. Esta se ha ido formando lentamente y por largo tiempo fuera de las
instituciones, la vocación de muchos de sus miembros ha sido la rebeldía ante
el sistema institucional del autoritarismo. Sus raíces vienen de los
movimientos sindicales y estudiantiles más radicales que la revolución mexicana
no supo incluir en su nómina. Es la izquierda mexicana la que más pérdidas y
humillaciones ha sufrido en la construcción de nuestra democracia. El partido
comunista mexicano fue perseguido y hoy está extinto, los sindicatos de
ferrocarrileros fueron los pioneros en las protestas contra el régimen de la
revolución y junto con los estudiantes fueron fuertemente reprimidos y fueron
las victimas más celebres de la segunda mitad del régimen autoritario.
Sin embargo su lucha no cejó y se
mantuvieron firmes en sus críticas. Tanto que lograron resquebrajar al partido
único, logrando un escisión histórica que los llevó a la construcción de una
amplia alianza que logró institucionalizar a buena parte de la izquierda
callejera en los 80s del siglo XX. Esta alianza electoral sufrió, el ya
aceptado y muy bien estudiado fraude de
1988, en que Cuauhtemoc Cárdenas ganó legítimamente una elección que fue
burdamente arrebatada por el PRI. Hoy es Andrés Manuel López Obrador su
abanderado. La izquierda mexicana tiene una historia de humillación, represión
y pérdida que no se puede soslayar. Su talante hasta hace poco había sido no
institucionalizado y sin embargo ha sido una gran movilizadora social y
política. Como heredera de muchas corrientes ha experimentado muchos procesos
de ajuste e inestabilidad que han desgastado su credibilidad. También es cierto
que hospeda a algunas de las asociaciones corporativistas que abandonaron el
PRI.
La lógica democrática de
recompensa y castigo me dice que es su turno. Es su turno porque es el actor
político al que históricamente le correspondía iniciar la transición. Es su
turno porque lo otros dos deben ser castigados para incentivarlos a cambiar sus
posturas. Es su turno porque ha decidido integrarse a la normalidad
institucional, aún en contra de su tradición. Es su turno porque para
profesionalizar a nuestra clase política hay que premiar el esfuerzo y constancia
de unos y castigar la corrupción y autocomplacencia de otros. La democracia
mexicana necesita la alternancia, la democracia mexicana necesita imponerles
disciplina a los partidos políticos.
Sé que muchos titubean debido a
que la izquierda les da la impresión de ser estridente y confrontativa. Muchos
otros temen que se rompa la normalidad democrática y se violenten las
instituciones. Yo les digo que el sistema es mucho más complejo que eso y que
va a aguantar a López Obrador, yo les garantizo que existen candados
institucionales y tradicionales en el Estado mexicano que evitarían la
venezuelización de México. Yo les digo que AMLO con todos sus defectos y carencias
no es el General Chávez. Yo les invito a sopesar que en la democracia se vota
por las propuestas pero también para castigar y premiar. Permitamos que los que
no nos cumplieron sean castigados y démosle la oportunidad a quienes han
trabajado también para construir nuestra democracia, porque aunque lo han hecho
por fuera de las instituciones, han sido ellos una fuerza mayor que ha moldeado
nuestra democracia, tan joven e imperfecta como es hoy.
#YoSoy132
Lamanoizquierdadedios.blogspot.com